Cuando pensamos en hacer un huerto doméstico es fundamental una adecuada planificación del mismo, por lo que lo primero que debemos hacer es plasmarlo primero sobre papel y luego sobre el terreno.
De modo resumido estos serían los criterios:
1. Elige una zona llana, sin pendiente, que reciba al menos 8 horas de sol directa al día.
2. Orienta los bancales en dirección Sur-Norte, de esta manera todas las plantas recibirán las mismas horas de sol y la proyección de sombras de unas plantas sobre otras será la menor posible.
4. Haz una cava de al menos 30 cm de profundidad, a ser posible sin alterar los horizontes del suelo, para lo que te puedes ayudar de una pala plana o una horca e incorpora materia orgánica a éste. Moja dos o tres días antes el terreno, de lo contrario te va a costar mucho trabajarlo.
3. Ubícalo cerca de la fuente de agua para su riego e instala un sistema de riego por goteo ó exudación.
Los bancales tendrán un ancho como mucho de 1,20 m de ancho, así llegaremos a todas las partes del bancal de forma cómoda, pues una vez preparada y mullida la tierra de los bancales, no hay que pisar en ningún momento la tierra del bancal. Se debe trabajar desde los pasillos que tendrán una anchura mínima de 0,5 m. La longitud mínima de los bancales será de 3 metros hasta un máximo de 9, al objeto de no tener que andar mucho para rodearlos.
Se trata de no pisar en ningún momento la tierra del bancal y trabajar desde fuera, de ésta manera la tierra siempre estará esponjosa y no apelmazada, favoreciendo así la permeabilidad de la tierra al aire y al agua y, por tanto, posibilitando unas condiciones adecuadas a los descomponedores (lombrices, insectos, hongos, bacterias) que viven en el suelo y estos puedan hacer su vital función, descomponer la materia orgánica del suelo y poner a disposicón de nuestras plantas los nutrientes necesarios.
En cuanto a su número yo me decantaría por 5 bancales, 4 para llevar a cabo la rotación de cultivos cada año (de la cual hablaremos en otra futura entrada) y un quinto que podría, bien dedicarse al cultivo de abonos verdes (ver entrada: Las leguminosas, donantes de nutrientes), bien a un gallinero móvil que cada año ocuparía un bancal distinto y que proporcionaría un abono expléndico, a parte de magníficos huevos.
100 metros cuadrados son suficientes para dar frescas y ricas verduras y hortalizas a una familia de cuatro miembros.